Urbanismo

viernes, 4 de marzo de 2011


En estos últimos años sabemos del crecimiento salvaje en construcción que se venía realizando con el beneplácito de los ayuntamientos que necesitaban crecer, crecer y crecer para poder así recaudar, recaudar y recaudar. Todo nuevo planeamiento urbanístico tenía dos caras, la amable y la dura.

La dura era que para hacer nuevos equipamientos y nuevas plazas la solución pasaba por el tocho, como el dinero que se recauda con  nuestros impuestos no sirven para estas cosas, se utilizaban y utilizan para poder pagar las nominas y poca cosa más por lo que toda operación urbanística tiene dos principios básicos para los políticos, ingresos y que el promotor haga cosas que el no puede con el consiguiente sobrecoste de las viviendas. Por decirlo en "roman paladino" el pagarini ademas de pagar la vivienda, los margenes comerciales del promotor  también paga la plaza y como se descuide hasta el colegio, eso si al margen de los impuestos que tienen otros usos

La amable es precisamente eso, más viviendas traen un parque nuevo, la reurbanización de toda una zona consigue que una calle que está cortada sea abierta para dar así “salida” a un callejón que fácilmente es convertido en calle, revalorizando la zona, nuevo parking que posiblemente quite alguna de superficie e incluso zonas peatonales o de esas de prioridad invertida que no cambia nada pero el titulo queda bonito.

Si además esa operación se hace en una zona fuertemente degradada, con ningún espacio público que esponje la zona los vecinos seguramente estarán de acuerdo casi llegando a saltársele alguna lagrima cuando vean a pantalla completa  lo que antes era una zona industrial se convierta en residencial trayendo cientos de personas a esa nueva zona que tan bien diseñada quedo en el PowerPoint.

Pero qué pasa cuando el papel dice una cosa y la realidad actual otra. Si se construyeron nuevas viviendas, pero no la plaza y eso tan bonito de prioridad para peatones ni esta no se le espera. Mañana descubriréis lo bonito del papel en contrapartida  a la realidad actual.

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