Antes de entrar en aspectos del nuevo curso permitirme que haga mención al que termino a finales de julio para ir calentando el ambiente con alguna situación verdaderamente vergonzosa. Como sabéis las elecciones de mayo trajeron un cambio de caras que muchos, entre los que se encuentra un servidor, creíamos traería cambios de actitud en facetas mucho menos conocidas de la gestión de un Ayuntamiento por parte de sus nuevos inquilinos que no dueños. Inquilinos porque es sabido, Barón y compañía lo saben bien, que los auténticos dueños somos los ciudadanos que tenemos el “poder” de ponerlos o quitarlos cuando toca, cada 4 años, ejerciendo nuestro derecho al voto según creamos nos han engañado, nos prometieron cosas que luego no cumplieron o simplemente porque ahora tocaba echar a unos inquilinos que se creían ya dueños del tinglado olvidando su rango de inquilinos y no dueños.
En estos pocos días desde el 11 de julio hasta finales de julio en los que acabo el curso hay dos actos, conocidos por lo menos por mí que puede que existan otras desconocidas, verdaderamente vergonzosas por diferentes causas. El primero es la falta de acciones ante la denuncia pública realizada en esta casa sobre alguna actuación gravísima del Sr. Mateo la cual puede prescribir, digo puede porque entiendo no lo está, por “desidia” de la actual mandamás en vía pública, Sra. Núria la cual debe tomar decisiones si no quiere ser toreada, recordemos que una vez toreada una vez, toreada miles. La semana próxima explicare porque no está prescrito y cuanto queda para su cierre definitivo por falta de acción podríamos llamar de oficio.
La segunda puede parecer una chorrada para muchos pero para otros entre los que me encuentro es una actitud que puede parecer el “esto es mío” o como soy el dueño hago lo que me da la gana. Cuando elegimos a nuestros representantes sabemos que sus esposas o compañeras tienen alguna prebenda en forma de entrar en la sala noble cuando nadie más puede hacerlo, sabemos que los hijos también pero lo que yo no sabía era que incluso permiten que hasta los amigos del hijo/a de tal o cual regidor sea más que cualquier otro mortal.
Es de autentica vergüenza que los hijos de y los amigos de los hijos de, salgan al balcón año tras año sin que nadie se ruborize. Lo del aforo de ese día es otra cuestión que alguien debería mirarse con cierto cariño. Como es posible que cuando en ciertos actos el aforo esta completo no se deje pasar a nadie y en otros actos nadie, entre los que se encuentras los habituales con uniforme, recuerde que solo puede haber al mismo tiempo 100 personas en toda la primera planta, pasen olímpicamente de contar cuantas personas están en el primer piso.
Hay que tener mucho cuidado con los gestos, muchas veces un mal gesto es sin duda mucho peor que un error político.